En mi recorrido por América del Sur, descubrí poetas que cambiaron mi forma de ver la literatura producida en el continente durante el siglo 20, entre ellas, la uruguaya Idea Vilariño y la argentina Alejandra Pizarnik, además de, en Brasil, Hilda Hilst. Lejos en sus ubicaciones de nacimiento e idiomas, ellas están unidas por un fuerte sentimiento de búsqueda de sentidos para la existencia, mismo que esta sea tan efímera, precaria. La muerte, obsesiva compañera, el amor y su ocaso, el pasaje de los días que van minando la juventud, pero que abre el horizonte hacia nuevos descubrimientos. Es sobre ello que trata, igualmente, Aniete Goes, en su reunión de poemas Las vueltas del corazón, de una forma leve y actual, pero tampoco menos intenso. Sus versos suenan casi como crónicas de nuestro tiempo, palabras de una mujer polifacética, inquieta, segura de sí. Recomiendo esas lecturas, sobre todo a los hombres, para que aprendan con la fortaleza de ellas a caminar de manos tomadas, desvelando nuestras fragilidades, resaltando nuestras virtudes, aprendiendo que, en suma, es en el caminar solidario, y no solitario, que la vida se (re)hace.
Leonardo Costaneto
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