Los cuentos de Vasto mundo, de Maria Valéria Rezende, se inscriben en una tradición de fábulas históricas que, en su mirada hacia la condición humana, contienen una profunda reflexión sobre el arte de vivir. Atravesados por un humor sutil, por la religiosidad y por el cotidiano, los textos ejemplares conectan autores y obras. Carlos Drummond de Andrade, Guimarães Rosa y Maria José de Queiroz habitan el suelo de estas artesanías. Maria Valéria, como en todos sus libros, invita al lector a ser un acompañante en esta red de referencias, citas y voces que se entrecruzan. Las historias narradas mezclan términos que componen listas de lo maravilloso, como en “ángeles, duendes, cristales, ahumadores, caracolas, runas, el Corán en árabe clásico, biblias en lenguas vivas y muertas, exvotos, puros y comidas bahianas, velas, cestos, escapularios, relicarios, imágenes y altares de santos de todas las religiones”. Esos seres imaginarios que incluyen libros y lenguas, un “vasto mundo”, como lo deseaba Drummond, que habla de un pasado que es, como un mosaico, materia de carpintería. Si las historias de Rezende evocan “tiempos antiguos”, cuando “los circos, las caravanas de gitanos que tocaban, danzaban, leían las suertes”, la lectura hace resurgir a la gente que fue desapareciendo “de la región, de los juglares que venían con sus carrozas de colores, transformaban el vino en agua, hacían llover con el cielo azul y el sol caliente y contaban historias extraordinarias”. Así, míticamente, los narradores de Maria Valéria vienen a contarle al lector, al oído, tiempos idos y vividos, de lo mítico a lo contemporáneo, reorganizando geografías sensoriales de lo sagrado a lo profano. En esta colección, hilos imaginarios entrelazan “el azul y el rojo”, como en una alfombra de múltiples colores, donde “soñar es necesario” y leer es “resurrección”, pero también “aurora de los placeres”.
Lyslei Nascimento
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