Ya han dicho, sin conocer la trayectoria del autor, que al leer sus novelas se tiene la sensación de estar frente a una película. Es obvio, tal vez, ya que el autor tiene su origen en el cine, y él mismo ha dicho que sus novelas fueron guiones que un día quiso filmar, transmutados a la literatura. Esa es la magia. Pasar de un género (guion) a otro (novela) es lo más complejo que hay. ¿Por qué, entonces, al leer las historias de este autor, algo de esa sensación de estar en un cine permanece, cuando en el papel solo tenemos palabras? Ese es el secreto. Simas manipula el lenguaje de tal manera que nosotros, los lectores, construimos sensaciones y situaciones intensamente imagéticas. Por ironía, justamente en El último tren, en el que el cine es el motivo de la historia, esto es menos radical. En una era en la que concentrarse se ha vuelto algo angustiante y en la que la realidad, más que en otras épocas, parece ficción, ser raptado por una historia en un libro, tal como en la oscuridad del cine, es obra de un escritor que encontró su forma propia de narrar. En las peripecias que involucran a Miguel y Angelina, personajes que solo la ficción podría juntar (¿o no?), hay un tributo al cine, al soñar despierto, a fabular, a las tragedias y los éxtasis de existir.
Luiz Henrique Gurgel
Avaliações
Não há avaliações ainda.