Para aquellos desprevenidos, una advertencia resumida en el título del primer texto de este libro: “No soy musa, soy poeta”.
Así, con palabras directas, sin rodeos, la joven se expone a aquellos que caminarán por los escenarios de sentimientos erigidos por ella en líneas apasionadas, acogidas en los poemas. No esperen mujeres etéreas, miradas distraídas, almas frágiles como tallos que se inclinan al viento, desmayándose en versos. Desvergonzada, terrenal, ella es toda desnudez, saca a la luz lo que era silencio, une voces torturadas y mudas, habla iluminada, feliz, a veces aturdida, febril, olvidada. Confesiones impregnadas de pasión, sin duda, pero en climas suaves, sin agregar elementos trágicos a lo que de por sí ya es drama.
Zeca Corrêa Leite
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