La belleza de las cicatrices

El libro La belleza de las cicatrices es una oda al tiempo. En él, Inorbel Maranhão Viegas recurre a la prosa poética, con un lenguaje que corta como una navaja — cuando es necesario — pero que acoge con precisión delicada las penas de un universo de extrañezas, que invade nuestro cotidiano, sin pedir permiso, todos los días. De ahí la identidad de la obra con su título. El cronista/poeta, o poeta/cronista — una ecuación semántica cuya orden de los factores no altera el resultado — nos induce a percibir que incluso en el dolor extremo la poesía puede salvarnos. Tenemos, entonces, un texto que se alimenta de la esencia poética de Manoel de Barros, en la misma medida que se sumerge en el alma confesional de Annie Ernaux. Bailar en los acordes pantaneros de Guilherme Rondon, rescatar los Estatutos del Hombre de Thiago de Mello para legitimar una tesis: Habiendo paz y equilibrio, incluso en las cicatrices es posible vislumbrar alguna belleza. Un ejercicio personal e intransferible que incita al lector a desconectarse del universo virtual que secuestra las horas. Y nos da la oportunidad de resignificar el sentido del tiempo.